martes, 18 de febrero de 2020

Desde el sábado al imaginar lo inevitable me empezó a temblar el párpado.
Sabes, el estrés había logrado esa reacción en ocasiones pasadas, pero hasta hoy lunes sigue molestándome la temblorina involuntaria.
No sabes lo triste que me siento, y es una tristeza que no tiene nada que ver con mis relaciones de pareja, por las cuales siempre me he quejado.
Esta vez es la certeza de que no valgo verga.
De que he fracasado una y otra vez y todas mis malas desiciones al fin me han pasado factura.
Porque ya estoy sola. Y cualquier apoyo que estoy recibiendo quiero rechazarlo. Por pena, por orgullo.
Tengo unas inmensas ganas de derrumbarme, un buen rato. 
Quiero decir que valgo verga y que me respondan -¡Simon! Eres una estupida.
Tal vez no entienda las cosas que hacen mis padres, tal vez estoy juzgando y no debería, tal vez realmente me merezco que me manden a la verga como la basura que soy...
Porque en efecto, asi me siento, y soy una egoísta maldita, horrible y me doy asco. 
Siempre queriendo algo; obteniéndolo y haciéndome más frívola.